BORIS SPASSKY: EL CAMPEÓN ODIADO
Spassky, Boris, nacido en 1937, Francés de origen ruso. Décimo campeón del mundo, de 1969 a 1972, Boris Spassky ha quedado marcado como el ruso que perdió frente al americano Bobby Fischer (en plena guerra fría). Pese a sus numerosos éxitos, su título de campeón del mundo junior, sus títulos de campeón de la URSS y sus notables victorias, esta derrota marcó su vida.
UN TALENTO PRECOZ
Spassky, nacido en una familia muy aficionada al juego -su hermana fue campeona de la URSS en el juego de las damas-, aprendió el ajedrez a los cinco años y consiguió desarrollar su talento muy rápidamente. Sin embargo, no lo conseguiría todo a la primera. A los diez años perdió una partida contra el campeón junior de la URSS, Kortchnoi, que jugaba a ciegas contra él. Lloró, pero rápidamente hizo progresos y se convirtió en candidato a maestro dos años después, lo que equivale aproximadamente a un Elo de 2 100.
Según confesión propia, en esta época practicaba un juego sólido y posicional. Cuatro años más tarde, en 1953, participó en su primer torneo en el extranjero, en Bucarest, en el que ganó al mejor jugador del momento, Vassili Smyslov. Gracias a su resultado en este torneo, consiguió el título de maestro internacional. Tras terminar tercero en el Campeonato de la URSS, llegó lógicamente a campeón del mundo junior en 1955. Ese mismo año fue también candidato al título mundial con diecisiete años. El americano Fischer era el único más precoz que él.
LOS INTENTOS Y LOS FRACASOS
En el torneo de los candidatos de Amsterdam, en 1956, quedó 3-7, y todo el mundo esperaba verlo en el ciclo siguiente. Fracasó desde el principio: al intentar ganar, en vez de asegurarse la clasificación en una competición que sólo representaba una primera etapa eliminatoria, perdió su última partida en el zonal, el vigésimo quinto Campeonato de la URSS. En el siguiente ciclo, volvió a fracasar en el zonal. Tres años más tarde, en 1966, figuró de nuevo entre los candidatos al título mundial. El torneo de los Candidatos cambió de fórmula y a partir de entonces pasaría a llamarse "encuentro de los Candidatos".
Tuvo un primer adversario temible, el estonio Paul Keres. Tras una derrota en la primera partida, Spassky ganó finalmente. Seguidamente, ganó frente a Geller en semifinales, sobre todo gracias a su mejor comprensión de la siciliana cerrada. La final contra el ex campeón del mundo, Tal, en condiciones ciertamente disminuidas por sus problemas de salud, se presentaba apasionante. Tal no consiguió hacer frente a las aperturas escogidas por Spassky, que ganó y, por primera vez en su vida, fue aspirante al título frente a Petrossian.
En esta primera confrontación con el armenio, en 1966, el repertorio de aperturas de Spassky se reveló insuficiente. Empleó en varias ocasiones con las negras el esquema "hipopótamo" (doble fianchetto, caballos en e7 y d7, peones en sexta fila). Leonard Barden, en su prólogo al libro de Cafferty sobre Spassky, cuenta que éste ponía grandes esperanzas en su capacidad para derrotar la variante Caro-Kann del campeón del mundo, Petrossian. No sólo se estrellaría contra esta defensa, que consideraba inferior, sino que la utilizaría sin éxito, ocho años después, en su encuentro contra Karpov. También en esta línea fue sorprendente su opción de la apertura polaca (1.d4 b5) en una partida decisiva ... Spassky perdió.
LA CONQUISTA DEL TÍTULO MUNDIAL
En el siguiente ciclo, Spassky fue de nuevo aspirante frente a Petrossian. El encuentro, comparado con el de 1966, se planteó en esta ocasión en términos diferentes. Spassky estaba mejor preparado y rodeado de Bondarevski y Krogious como auxiliares. El encuentro era incierto según los pronósticos. Fischer y Larsen, por su parte, daban ganador a Petrossian. En la quinta partida, Spassky se puso en cabeza; su adversario lo alcanzó en la undécima, pero el aspirante consiguió ganar 1 punto de ventaja poco después. Ya no volvería a ser alcanzado, y ganó por 12,5 a 10,5. Tenía un juego espléndido, en el que combinaba la estrategia posicional con ataques tácticos, y su supremacía era incontestable: en 1969 se convirtió en el nuevo campeón del mundo.
Pero Spassky, poseedor de ese título tan apreciado para la URSS, no sabía aún que le iba a ocurrir lo irreparable: lo perdería en 1972, contra el el representante del enfrentamiento con su país, el norteamericano Fischer.
LA DERROTA CONTRA FISCHER
La preparación del encuentro contra Fischer debió de ser muy trabajosa. Tras el desmembramiento de la URSS, se publicaron varios documentos del KGB en lo que se revelaba que el régimen soviético, consciente de la amenaza que representaba Fischer, pidió a los mejores jugadores de su país que aconsejaran sobre la mejor manera de derrotar al norteamericano. Para desgracia de Spassky, las recomendaciones de los antiguos campeones fueron totalmente contradictorias. Petrossian preconizaba, frente a 1.e4, cualquier defensa excepto 1...e5; Smyslov, por el contrario, creía que Spassky debía orientarse hacía un juego clásico en base a 1...e5. Y lo mismo ocurrió con el resto de las aperturas. Spassky, por su parte, debió suponer que ninguno de los asesores tenía la respuesta, ya que ni uno ni otro habían conseguido vencer a Fischer.
Su derrota lo hizo sospechoso para las autoridades: se le acusó de no haberse preparado suficientemente. No era la primera vez que sufría las iras del poder: en 1960, en el Campeonato del mundo de los estudiantes, su rápida derrota frente al norteamericano Lombardy, (¡auxiliar de Fischer en Reikjavík!) le costó selecciones y torneos posteriores. Después de 1972, Spassky fue capaz sin embargo, de probar que seguía perteneciendo a la élite, como lo demostró su victoria en 1973 en el Campeonato de la URSS, con un punto de ventaja sobre Karpov, Kortchnoi, Polougaïevski, Kouzmine y Petrossian, mientras que Tal y Smyslov quedaban aún más alejados.
En 1973, el joven ruso Karpov le cerró el camino en semifinales y arrebató finalmente el título a Fischer, que perdió por incomparecencia. Sin embargo, aunque el norteamericano había desaparecido, las penalidades de Spassky no habían terminado. El joven ruso Kortchnoi, disidente de la URSS, se perfilaba como una amenaza. Spassky perdió ante él en 1978. De nuevo, se encontraba en el banquillo de los acusados por haber dejado en mal lugar a la URSS. Spassky abandonó su país y se instaló en Francia, donde goza de un particular estatuto de residente extranjero. Cuando los funcionarios de la URSS le pidieron que devolviera su pasaporte soviético, Spassky preguntó si en adelante podría jugar con Francia. Recibiría tenues excusas por parte de la embajada de la URSS, que, aunque lo quería en su equipo, tampoco quería verlo jugar defendiendo otros colores. Su último gran éxito tuvo lugar en 1983, en el torneo de Linares, donde quedó medio punto por delante de Karpov.
En 1985, acabó jugando con Francia en el Campeonato del mundo por equipos y se integró también en el equipo olímpico. Sin embargo, su participación en Campeonato de Francia decepcionó a sus seguidores: no ganó, a pesar de que no se enfrentó a ningún maestro. Pareció caer en el olvido hasta el día en que reapareció en escena, en medio de una polémica, con ocasión de un encuentro contra su amigo Fischer. A semejanza de lo que ocurrió en el primero, cayó claramente ante él.
UN JUGADOR APARTE
Jugador de un carácter melancólico, Boris Spassky mostró, durante sus mejores años, un estilo casi universal. Jugaba de vez en cuando el gambito de rey y realizaba con facilidad ataques resueltos; pero también se le ha visto jugar sutiles partidas posicionales.
Según sus entrenadores, el juego de Boris Spassky evolucionó a lo largo de su carrera. El primero, Zak, le enseñó los recursos de sus inicios, como la variante de Leningrado:
1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Ag5!?
En contacto con él, Spassky profundizó en el juego posicional. El segundo, Tolouch, que estuvo junto a él desde 1952 a 1960, le enseñó el ataque. El tercero, Bondarevski, le hizo volver a un juego más posicional y fortaleció su solidez, y, desde luego, le ayudó a controlar sus nervios. Como ejemplo de su temperamento inquieto, se puede citar el Campeonato de la URSS en Moscú, en 1961, en el que Spassky propuso doce veces las tablas ¡en diecinueve partidas!
Más tarde diría: "¡Doce veces! ¡Que barbaridad, hoy no haría eso! antes de volver a caer en sus viejos defectos, más por descuido que por miedo a perder.
Spassky es el único entre los trece campeones del mundo que no ha escrito un libro; sólo ha publicado unos pocos análisis.
Aquí algunas de sus mejores partidas:
UN TALENTO PRECOZ
Spassky, nacido en una familia muy aficionada al juego -su hermana fue campeona de la URSS en el juego de las damas-, aprendió el ajedrez a los cinco años y consiguió desarrollar su talento muy rápidamente. Sin embargo, no lo conseguiría todo a la primera. A los diez años perdió una partida contra el campeón junior de la URSS, Kortchnoi, que jugaba a ciegas contra él. Lloró, pero rápidamente hizo progresos y se convirtió en candidato a maestro dos años después, lo que equivale aproximadamente a un Elo de 2 100.
Según confesión propia, en esta época practicaba un juego sólido y posicional. Cuatro años más tarde, en 1953, participó en su primer torneo en el extranjero, en Bucarest, en el que ganó al mejor jugador del momento, Vassili Smyslov. Gracias a su resultado en este torneo, consiguió el título de maestro internacional. Tras terminar tercero en el Campeonato de la URSS, llegó lógicamente a campeón del mundo junior en 1955. Ese mismo año fue también candidato al título mundial con diecisiete años. El americano Fischer era el único más precoz que él.
LOS INTENTOS Y LOS FRACASOS
En el torneo de los candidatos de Amsterdam, en 1956, quedó 3-7, y todo el mundo esperaba verlo en el ciclo siguiente. Fracasó desde el principio: al intentar ganar, en vez de asegurarse la clasificación en una competición que sólo representaba una primera etapa eliminatoria, perdió su última partida en el zonal, el vigésimo quinto Campeonato de la URSS. En el siguiente ciclo, volvió a fracasar en el zonal. Tres años más tarde, en 1966, figuró de nuevo entre los candidatos al título mundial. El torneo de los Candidatos cambió de fórmula y a partir de entonces pasaría a llamarse "encuentro de los Candidatos".
Tuvo un primer adversario temible, el estonio Paul Keres. Tras una derrota en la primera partida, Spassky ganó finalmente. Seguidamente, ganó frente a Geller en semifinales, sobre todo gracias a su mejor comprensión de la siciliana cerrada. La final contra el ex campeón del mundo, Tal, en condiciones ciertamente disminuidas por sus problemas de salud, se presentaba apasionante. Tal no consiguió hacer frente a las aperturas escogidas por Spassky, que ganó y, por primera vez en su vida, fue aspirante al título frente a Petrossian.
En esta primera confrontación con el armenio, en 1966, el repertorio de aperturas de Spassky se reveló insuficiente. Empleó en varias ocasiones con las negras el esquema "hipopótamo" (doble fianchetto, caballos en e7 y d7, peones en sexta fila). Leonard Barden, en su prólogo al libro de Cafferty sobre Spassky, cuenta que éste ponía grandes esperanzas en su capacidad para derrotar la variante Caro-Kann del campeón del mundo, Petrossian. No sólo se estrellaría contra esta defensa, que consideraba inferior, sino que la utilizaría sin éxito, ocho años después, en su encuentro contra Karpov. También en esta línea fue sorprendente su opción de la apertura polaca (1.d4 b5) en una partida decisiva ... Spassky perdió.
LA CONQUISTA DEL TÍTULO MUNDIAL
En el siguiente ciclo, Spassky fue de nuevo aspirante frente a Petrossian. El encuentro, comparado con el de 1966, se planteó en esta ocasión en términos diferentes. Spassky estaba mejor preparado y rodeado de Bondarevski y Krogious como auxiliares. El encuentro era incierto según los pronósticos. Fischer y Larsen, por su parte, daban ganador a Petrossian. En la quinta partida, Spassky se puso en cabeza; su adversario lo alcanzó en la undécima, pero el aspirante consiguió ganar 1 punto de ventaja poco después. Ya no volvería a ser alcanzado, y ganó por 12,5 a 10,5. Tenía un juego espléndido, en el que combinaba la estrategia posicional con ataques tácticos, y su supremacía era incontestable: en 1969 se convirtió en el nuevo campeón del mundo.
Pero Spassky, poseedor de ese título tan apreciado para la URSS, no sabía aún que le iba a ocurrir lo irreparable: lo perdería en 1972, contra el el representante del enfrentamiento con su país, el norteamericano Fischer.
LA DERROTA CONTRA FISCHER
La preparación del encuentro contra Fischer debió de ser muy trabajosa. Tras el desmembramiento de la URSS, se publicaron varios documentos del KGB en lo que se revelaba que el régimen soviético, consciente de la amenaza que representaba Fischer, pidió a los mejores jugadores de su país que aconsejaran sobre la mejor manera de derrotar al norteamericano. Para desgracia de Spassky, las recomendaciones de los antiguos campeones fueron totalmente contradictorias. Petrossian preconizaba, frente a 1.e4, cualquier defensa excepto 1...e5; Smyslov, por el contrario, creía que Spassky debía orientarse hacía un juego clásico en base a 1...e5. Y lo mismo ocurrió con el resto de las aperturas. Spassky, por su parte, debió suponer que ninguno de los asesores tenía la respuesta, ya que ni uno ni otro habían conseguido vencer a Fischer.
Su derrota lo hizo sospechoso para las autoridades: se le acusó de no haberse preparado suficientemente. No era la primera vez que sufría las iras del poder: en 1960, en el Campeonato del mundo de los estudiantes, su rápida derrota frente al norteamericano Lombardy, (¡auxiliar de Fischer en Reikjavík!) le costó selecciones y torneos posteriores. Después de 1972, Spassky fue capaz sin embargo, de probar que seguía perteneciendo a la élite, como lo demostró su victoria en 1973 en el Campeonato de la URSS, con un punto de ventaja sobre Karpov, Kortchnoi, Polougaïevski, Kouzmine y Petrossian, mientras que Tal y Smyslov quedaban aún más alejados.
En 1973, el joven ruso Karpov le cerró el camino en semifinales y arrebató finalmente el título a Fischer, que perdió por incomparecencia. Sin embargo, aunque el norteamericano había desaparecido, las penalidades de Spassky no habían terminado. El joven ruso Kortchnoi, disidente de la URSS, se perfilaba como una amenaza. Spassky perdió ante él en 1978. De nuevo, se encontraba en el banquillo de los acusados por haber dejado en mal lugar a la URSS. Spassky abandonó su país y se instaló en Francia, donde goza de un particular estatuto de residente extranjero. Cuando los funcionarios de la URSS le pidieron que devolviera su pasaporte soviético, Spassky preguntó si en adelante podría jugar con Francia. Recibiría tenues excusas por parte de la embajada de la URSS, que, aunque lo quería en su equipo, tampoco quería verlo jugar defendiendo otros colores. Su último gran éxito tuvo lugar en 1983, en el torneo de Linares, donde quedó medio punto por delante de Karpov.
En 1985, acabó jugando con Francia en el Campeonato del mundo por equipos y se integró también en el equipo olímpico. Sin embargo, su participación en Campeonato de Francia decepcionó a sus seguidores: no ganó, a pesar de que no se enfrentó a ningún maestro. Pareció caer en el olvido hasta el día en que reapareció en escena, en medio de una polémica, con ocasión de un encuentro contra su amigo Fischer. A semejanza de lo que ocurrió en el primero, cayó claramente ante él.
UN JUGADOR APARTE
Jugador de un carácter melancólico, Boris Spassky mostró, durante sus mejores años, un estilo casi universal. Jugaba de vez en cuando el gambito de rey y realizaba con facilidad ataques resueltos; pero también se le ha visto jugar sutiles partidas posicionales.
Según sus entrenadores, el juego de Boris Spassky evolucionó a lo largo de su carrera. El primero, Zak, le enseñó los recursos de sus inicios, como la variante de Leningrado:
1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Ag5!?
En contacto con él, Spassky profundizó en el juego posicional. El segundo, Tolouch, que estuvo junto a él desde 1952 a 1960, le enseñó el ataque. El tercero, Bondarevski, le hizo volver a un juego más posicional y fortaleció su solidez, y, desde luego, le ayudó a controlar sus nervios. Como ejemplo de su temperamento inquieto, se puede citar el Campeonato de la URSS en Moscú, en 1961, en el que Spassky propuso doce veces las tablas ¡en diecinueve partidas!
Más tarde diría: "¡Doce veces! ¡Que barbaridad, hoy no haría eso! antes de volver a caer en sus viejos defectos, más por descuido que por miedo a perder.
Spassky es el único entre los trece campeones del mundo que no ha escrito un libro; sólo ha publicado unos pocos análisis.
Aquí algunas de sus mejores partidas:
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