GARRY KÁSPAROV: EL OGRO DEL BAKÚ

Kasparov, Gari Kimovitch, nacido en 1963. Ruso. Este jugador, decimotercer campeón del mundo, que ha obtenido la segunda mejor clasificación de todos los tiempos (Elo de 2.820), es quizás el mejor jugador de la historia. Vencedor de la Copa del mundo de 1989, vencedor para la URSS o Rusia de las Olimpiadas en 1982, 1986, 1988, 1990, 1992, 1994 y 1996, de los Campeonatos de Europa de 1980 y 1992 y segundo tablero de la URSS en el encuentro en 1984 contra el "resto del mundo", Gari Kásparov lo ha ganado todo. Ha contribuido a hacer populares los torneos rápidos y ha conseguido el circuito de 1994.





UNA FULGURANTE CARRERA

¿Será un signo del destino? El propio nombre de Kásparov, nacido en Bakú, Azerbayán, contiene el nombre de Kárpov como si estuviera destinado a engullir a su predecesor. Kásparov es, en realidad, el nombre rusificado de su madre, Kasparian, que decidió adoptar a la muerte de su padre, Weinstein, cuando sólo tenía siete años. Como anécdota, en 1974, a los doce años, perdió su primer encuentro, en simultáneas, contra el nuevo campeón del mundo Anatoli Karpov, después de haberse defendido bien.

Consiguió en 1976 el título de campeón junior de la URSS, lo que representaba una hazaña en el primer país ajedrecista del mundo. En el campeonato del mundo cadete, quedó el tercero ex aequo. Al año siguiente obtuvo los mismos resultados y, a pesar de ser el competidor más joven, este nuevo tercer puesto lo consideró un segundo fracaso.
Tuvo por entrenador al ruso Nikitin, que explica en la biografía de cachorro la tremenda manía que éste tenía al campeón del mundo, Kárpov. Cuenta también que la Federación soviética no alentaba realmente los progresos de los jóvenes campeones, que se perfilaban como una amenaza. A los quince años, Gari se clasificó para el Campeonato de la URSS de adultos y quedó en un buen noveno puesto.

En 1979, cuando no tenía más que quince años y ninguna clasificación internacional, fue enviado a disputar el torneo de grandes maestros de Banja Luka, en el que participaba el antiguo campeón del mundo, Petrossian. En una inusitada hazaña, conquistó el torneo dos puntos por delante sobre el segundo y consiguió su primera nominación de gran maestro. Participó por primera vez con la selección nacional en los campeonatos de Europa de Skara, en 1980. Jugó como suplente y obtuvo  una marca de 5,5/6. Tras sus dos fracasos como cadete, pasó a ser campeón del mundo junior en 1980, en Dortmund, por delante de Short. Fue seleccionado para la Olimpiada de Malta de 1980 y representó también a la URSS como último tablero.

Como gran maestro, tuvo un encuentro con Kárpov en competición por equipos y consiguió dos tablas. El campeón titular vio en él una amenaza importante. En el supertorneo de Moscú, Kárpov se impuso aún ampliamente, pero Kásparov quedó segundo e hizo tablas contra el campeón del mundo. A los dieciocho años, Kasparov ganó el Campeonato de la URSS en 1981, ex aequo con Psakhis. Era su primer título, y el "águila de Bakú", como se le conocía, era ya una superestrella del ajedrez.
En 1982, participó por primera vez en el interzonal de Moscú. Considerado ya a los diecinueve años como el favorito, reveló su gran clase y ganó el torneo. Siendo muy brillante en los torneos, iba a tener que demostrar sus capacidades en los encuentros. La victoria en su primer encuentro contra Beliavski parecía fácil, pero el test decisivo le esperaba en la semifinal. Se enfrentaba al jugador más experimentado en torneos, al enemigo de la URSS, el neosuizo Viktor Kortchnoi. Ambos ya se habían enfrentado en las Olimpiadas. En efecto, Kárpov, que debía jugar en el primer tablero de la URSS contra Suiza, había cedido en el último momento su puesto a Kásparov. ¿Querría probar a la joven estrella? Kásparov estuvo a la altura y consiguió una de sus más famosas partidas.

El reencuentro entre Kásparov y Kortchnoï prometía. Sin embargo, las autoridades soviéticas parecían reticentes, y se las arreglaron para que Kásparov y Smyslov, el otro clasificado soviético, no pudieran ir a Pasadena, la ciudad norteamericana donde estaba previsto el encuentro. Kortchnoi ganó, pues, por renuncia. Kásparov apoyado por Aliev, el futuro jefe del KGB, ejerció presiones para anular esta decisión, finalmente tuvo lugar el encuentro contra Kortchnoï. Salió vencedor, lo que le permitió enfrentarse a Smyslov por el título mundial. El antiguo campeón del mundo no pudo contra la juventud de su adversario, que triunfó ampliamente sin perder una sola partida. En 1984, Kásparov se enfrentó a Kárpov en Moscú, en un encuentro complicado que sería interrumpido antes del final por las autoridades de la FIDE. Se organizó un nuevo encuentro y Kásparov se hizo con la corona. Reiteró su hazaña en un encuentro de revancha concedido a Kárpov, y de nuevo en 1987, también contra Kárpov. En este último encuentro, conservó su título tras empatar a 12 puntos, después de haber ganado la última partida. Demostró que ha aprendido todas las enseñanzas de su mentor, el campeón del mundo Botvinnik, hasta en el hecho de conservar su título por la simple igualdad de 12-12, como lo había hecho su antecesor en su día. Un quinto encuentro opuso a Kárpov y Kásparov en Nueva York y Lyon en 1990. Kásparov, que quería demostrar su superioridad aplastando a Kárpov, tuvo que contentarse con una victoria por el estrecho resultado de 12,5 a 11,5. Sus otros adversarios para el título mundial, Short y Anand, no podrían superar a Kárpov.

En 1988, Kásparov empezó su ascenso en la clasificación Elo y la pregunta era hasta dónde iba a llegar. Hoy día, la clasificación de los mejores jugadores del mundo no deja de subir, llevándose a más de 2700; pero; durante tiempo, una clasificación así sólo la detentaba el campeón del mundo. Alcanzar la marca de Fischer (2.785) se consideraba mayoritariamente poco realista. El público ajedrecista no salió de su asombro cuando Kásparov se acercó a ese umbral mítico y lo superó . La apoteosis se produjo cuando sobrepasó la barrera de los 2.800 puntos. Sus adversarios, estupefactos, lo consideraban inalcanzable. El ruso Bareïev, que se encontraba entre los mejores jugadores, llegó a declarar que, con Kásparov, "las piezas se mueven de diferente manera".

Después del torneo de Tilburg de 1981, donde quedó 6-8, Kásparov consiguió siempre la primera posición , solo o ex aequo. Ganó la Copa del mundo, una nueva prueba que contabilizaba los resultados de cuatro torneos en los que participaban los jugadores más señalado, y que él contribuyó a organizar. Kárpov, su eterno rival, quedó segundo. Diez años después (!) del fallo de Tilburg, sufrió un fracaso: en Linares sólo consiguió el segundo puesto, a medio punto de Ivanchuk, y quedó 3-4 en Amsterdam, medio punto por detrás de Salov y Short. Estos resultados, que serían considerados excelentes para cualquier otro jugador, demuestran que Kásparov ya no era invencible, al menos en torneos, pero no había nadie capaz de desafiarle en un encuentro.

EL CAMINO HACIA EL TÍTULO

Este período está marcado por algunos momentos cruciales. En el interzonal de 1982 ocupaba el pelotón de cabeza, pero sólo se clasificaban dos puestos. La partida más importante del torneo era, con seguridad, la que le enfrentaba al sueco Andersson. En una posición desventajosa, y a lo largo de un "zeitnot" mutuo, propuso unas tablas cuando le tocaba jugar a su adversario (algo que en principio, no estaba autorizado). El sueco, consecuente con su fama de jugador prudente al que no gustaba la pelea, aceptó compartir el punto. Kásparov, que se había librado de una buena, demostró seguidamente su gran clase ganando el torneo.
Kásparov perdió la primera partida contra Kortchnoï. Éste dominaba en el marcador y llevaba también la iniciativa en el tablero. Entonces, el suizo cometió un error en la sexta partida. No aceptó las tablas, ya que estaba en una posición ventajosa, pero no concreta, y Kásparov ganó la partida con un sutil final de torres, una especialidad de su adversario. Con un refinamiento casi sádico, Kásparov empleó, con las blancas y con las negras, la partida catalana, una de las aperturas favoritas de Kortchnoï.

El tan esperado encuentro Kárpov-Kásparov se celebró en Moscú en el vestíbulo de columnas de la Casa de los Sindicatos, símbolo del prestigio ajedrecístico (varios campeones del mundo han jugado allí) y político (es el lugar donde se exhiben los restos mortales de los jefes de Estado de la URSS). Tras un mal arranque, Kásparov quiso limitar las pérdidas. Kárpov, que aspiraba a ganar por un resultado meridiano de 6-0, se lanzó a una agotadora serie de cortas partidas de tablas. Esta estrategia aburría al público y provocó un cambio del lugar del encuentro. Kárpov, disgustado con ese traslado, empezó a perder. A instancias de las autoridades soviéticas, "por causa de la salud de los jugadores", se interrumpió el encuentro, con el resultado de 5-3 para Kárpov. Kásparov se rebeló y aseguró que pretendían impedir que ganara. Aunque iba perdiendo, aseguraba que tenía del 30% al 40% de posibilidades de conseguirlo si el encuentro proseguía, mientras que la propuesta era reiniciarlo con un resultado de iguales. Su argumentación era, sin embargo, bastante poco lógica: aunque el poseedor del título lo conservaría en caso de que quedaran iguales a 12, sin embargo, se puede pensar que esta fórmula ofrecía más posibilidades de conseguirlo a Kásparov. Se organizó un nuevo encuentro limitado a 24 partidas. Gari lo consiguió frente a Kárpov en la última partida, inaugurando una nueva era.

UN HOMBRE MODERNO

Como jugador moderno, Kásparov dudaría en hacer publicidad de una bebida refrescante. Puso en pie un circuito de torneos rápidos de eliminación directa, con posibilidades de atraer al público por su espectacularidad. En esa prueba sufrió una humillación en Londres al ser eliminado en la primera vuelta por Chess Genius, ¡un programa de ordenador! La noticia figuró en la primera plana de los periódicos, cosa que sus fabulosas victorias nunca habían conseguido. Los periodistas vieron en ello un símbolo de la superioridad de la máquina sobre el ser humano. Puede que sea ése el momento en que nació en Kásparov la idea de un encuentro contra el monstruo de IBM, "Deep Blue". En 1996, se enfrentó ante las cámaras de la televisión al ordenador que era capaz de calcular millones de posiciones por segundo. Su derrota en la primera partida daría una extraordinaria publicidad al acontecimiento. Al reanudarse, venció finalmente por 4-2. ¡El honor estaba a salvo! ... Pero sólo hasta mayo de 1997, fecha en que, para sorpresa general, el campeón cayó por 2,5-3,5 frente a "Deeper Blue", una versión mejorada de la máquina.

SU ESTILO

Kásparov, influido por Alekhine, es el arquetipo del jugador moderno, extraordinariamente bien preparado. No duda en decir que Fischer todavía era un aficionado. Con él cambian los veredictos sobre las aperturas. El calificativo "poco claro" desaparece, y sólo se mantiene en los comentarios con la finalidad de no desvelar los hallazgos. Hay innumerables variantes de más de veinte jugadas, se exploran a fondo los esquemas antiguos y los nuevos esquemas, en ocasiones hasta el jaque mate.
Los progresos de la informática son muy útiles para Kásparov y la generación que se inspira en él. Las bases de datos permiten prepararse contra los adversarios y contra los ordenadores, y sirven para verificar los aspectos tácticos. Así, por ejemplo, en la undécima partida de su encuentro contra Anand, Kásparov hizo verificar sus análisis por medio de un programa de juego. En cualquier caso, las ideas en las aperturas y las finuras en el orden de las jugadas provienen del propio jugador. Gracias a una memoria fabulosa, consigue almacenar todo un repertorio de novedades teóricas que va volcando ante sus adversarios. Kásparov no es un superhombre imbatible, pero tiene una memoria prodigiosa -él mismo desmintió la historia según la cual se aprendió de memoria un libro la víspera de un examén-. Con la edad, sin embargo, se queja de que ya no se acuerda de sus análisi. ¿Será coquetería  por parte de este gran campeón que no quiere admitir sus derrotas, o será una realidad fisiológica? Alcanzó el apogeo de su carrera entre 1987 y 1992, y a partir de ahí ha tenido que admitir algunas derrotas.

EL NÚMERO TRECE

El decimotercero campeón del mundo, Gari Kásparov, parece creer en la magia de las cifras. Nació un 13 de abril, y asegura que las partidas número trece le traen suerte. Sin embargo, en sus cinco encuentros con Kárpov, y en su enfrentamiento con Short, las partidas número trece siempre acabaron en tablas. ¡Anand fue el único que cayó ante el sortilegio!



Veamos algunas de sus partidas:








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