PETROSSIAN: UN MURO INFRANQUEABLE
Petrossian, Tigran Vartanovitch, 1929-1984. Armenio. Pese a ser héroe nacional en su país, el noveno campeón del mundo (de 1963 a 1969) Tigran Petrossian, nunca consiguió suscitar el entusiasmo del público, que a menudo le reprocha su juego excesivamente prudente y su tendencia a hacer tablas. Sin embargo, el cuatro veces campeón de la URSS, miembro habitual del equipo soviético y candidato al título mundial ininterrumpidamente desde 1953 a 1980, dejó una huella considerable en su época.
Unos comienzos irregulares. En 1941, tras aprender el ajedrez en un campo de pioneros en la URSS, el joven Tigran se inscribió en el club de pioneros de Tbilisi. Allí hizo asombrosos progresos, convirtiéndose en menos de un año uno de los mejores jugadores. Entre los trece y quince años estudió libros de Nimzowitch y se entrenó mucho en partidas a ciegas, con lo que no dejó de perfeccionarse. Ganó los campeonatos de Georgia y Armenia y fue dos veces campeón junior de la URSS. Sin embargo, su primera participación en el Campeonato de la URSS fue un fracaso: perdió su primera partida en sólo trece jugadas, y luego las trece partidas siguientes. Quedó 16 en el cuadro final, entre 20 candidatos. Sacó lecciones de su fracaso: Petrossian se vengaría ganando el título en 1959, 1961, 1969 y 1975.
En 1953 Petrossian fue candidato al título mundial por primera vez. Formaría también parte de la selección en 1956 y 1959. Pero su prudencia excesiva le impidió acercarse al primer puesto del torneo de los Candidatos, que le daría paso al encuentro con el campeón del mundo. Casi había que empujar al "Tigre", como le apodaban, pues le faltaba ambición. Algunos le reprochaban sus rápidas tablas. "Los principios de Petrossian nada tienen que ver con los interesas de la escuela soviética de ajedrez", llegó a escribir un crítico. En 1956, después del torneo de los Candidatos, pensó en abandonar el ajedrez.
Apoyado por un amigo, Petrossian reemprendió la competición y ganó el torneo de los Candidatos de 1962, en Curaçao. ¡Afortunadamente los suyos estaban allí para animarle! Aunque a veces estaban demasiado presentes, como su mujer Rona, de la que se cuenta que había solicitado el consejo de grandes maestros para ayudar al norteamericano Benko, el último del torneo, a batir a Keres, uno de los adversarios de Petrossian. En todo caso, este último se convirtió en 1963 en el aspirante contra el campeón del mundo Botvinnik.
Campeón del mundo. El jugador, al que se creía desposeído de ambiciones, demostraría una gran fuerza de carácter. Petrossian conquistó el título por 5 victorias a 2 y 15 tablas. La quinta partida en la partiendo de una ventaja minúscula consiguió obtener una brillante victoria, representaba el símbolo del estilo del nuevo campeón y sirvió también para alimentar la leyenda. El gran maestro Kotov declaraba, como muchos otros, que Petrossian afirmaba que había analizado la posición en su casa, sacando la conclusión de que la estructura de peones debilitada de las negras daba una ventaja decisiva a las blancas. "Nada más falso -explicaría Petrossian en una entrevista-, yo no podía conformarme con la posición allanada que parecía conducir directamente a las tablas".
Suprimido el principio de los encuentros precedentes que le otorgaba el derecho a un encuentro de revancha, el derrotado campeón Botvinnik decidió no volver a competir por el título. Ahora era Petrossian el que tenía el deber de defender el título. En 1966 y en 1969, tuvo como adversario a Boris Spassky. El primer encuentro concluyó en victoria de Petrossian, pero Spassky se haría con la corona mundial en 1969.
Aunque, a continuación, Petrossian se clasificó de nuevo como candidato, en los sucesivo encontraría en su camino adversarios bastante temibles. Fue el caso del norteamericano Fischer en 1971 y, sobre todo, de Kortchnoi, su íntimo enemigo, con el que mantendría unas espantosas relaciones, en 1974, 1977 y 1980.
Su estrategia: desmontar los ataques del adversario. ¿Cambe imaginar un jugador más prudente que Tigran Petrossian? Su táctica, que se apoya en los principios llamados "profilácticos" desarrollados por Nimzowitsch en Mi sistema, se reduce ante todo a impedir jugar a su adversario. Las malas lenguas llegarían a decir que, obnubiando por las posiciones de su adversario, se olvidaba de jugar su propio juego y de ganar. De hecho, sabiendo anticipar y calcular como el campeón del mundo, Tal, especialista en el ataque (Petrossian era notable en ajedrez relámpago) preveía las posibilidades de su adversario. Trataría, pues, de evitar de antemano las amenazas que a menudo en el cara a cara no era capaz de ver. ¡Safety first podría ser su lema! Tal comentaba de él, en broma, que ¡sentía llegar el peligro varios días antes! En cambio en el torneo de Amsterdam de 1964, Petrossian, considerado un maestro en el arte de evitar los ataques de su adversario, se olvidó de que su dama estaba al descubierto: era la única baza posible para un adversario posicionalmente aplastado.
Sin embargo, para él los sacrificios eran moneda corriente, en particular el sacrificio de calidad (torre contra alfil o caballo), muchas veces posicional. Paradojicamente, Spassky, tras su derrota en el Campeonato del mundo, llegaría a decir que, en su opinión, el juego de Petrossian era ante todo táctico. Pero conviene recordar que, en una entrevista realizada en 1966, un periodista hizo la siguiente pregunta a Petrossian: "¿Por qué pieza siente usted debilidad?. Y el respondió: "Por cualquier pieza que yo tenga y con la que mi adversario no cuente, desde el peón a la Dama"
El mejor ejemplo de su fuerza es el notable resultado que obtuvo en las Olimpiadas de 1958 a 1978: jugando contra gran número de adversarios de categoría, quedó invicto con 79 victorias y 50 partidas en tablas. Las defensas francesa y Caro-Kann se cuentan entre sus aperturas favoritas. Son como él: sólidas, pero poco atrevidas. Ha dado su nombre a una variante de la india occidental:
1.d4 Cf6 2. c4 e6 3.Cf3 b6 4.a3
Aquí algunas de sus partidas:
Unos comienzos irregulares. En 1941, tras aprender el ajedrez en un campo de pioneros en la URSS, el joven Tigran se inscribió en el club de pioneros de Tbilisi. Allí hizo asombrosos progresos, convirtiéndose en menos de un año uno de los mejores jugadores. Entre los trece y quince años estudió libros de Nimzowitch y se entrenó mucho en partidas a ciegas, con lo que no dejó de perfeccionarse. Ganó los campeonatos de Georgia y Armenia y fue dos veces campeón junior de la URSS. Sin embargo, su primera participación en el Campeonato de la URSS fue un fracaso: perdió su primera partida en sólo trece jugadas, y luego las trece partidas siguientes. Quedó 16 en el cuadro final, entre 20 candidatos. Sacó lecciones de su fracaso: Petrossian se vengaría ganando el título en 1959, 1961, 1969 y 1975.
En 1953 Petrossian fue candidato al título mundial por primera vez. Formaría también parte de la selección en 1956 y 1959. Pero su prudencia excesiva le impidió acercarse al primer puesto del torneo de los Candidatos, que le daría paso al encuentro con el campeón del mundo. Casi había que empujar al "Tigre", como le apodaban, pues le faltaba ambición. Algunos le reprochaban sus rápidas tablas. "Los principios de Petrossian nada tienen que ver con los interesas de la escuela soviética de ajedrez", llegó a escribir un crítico. En 1956, después del torneo de los Candidatos, pensó en abandonar el ajedrez.
Apoyado por un amigo, Petrossian reemprendió la competición y ganó el torneo de los Candidatos de 1962, en Curaçao. ¡Afortunadamente los suyos estaban allí para animarle! Aunque a veces estaban demasiado presentes, como su mujer Rona, de la que se cuenta que había solicitado el consejo de grandes maestros para ayudar al norteamericano Benko, el último del torneo, a batir a Keres, uno de los adversarios de Petrossian. En todo caso, este último se convirtió en 1963 en el aspirante contra el campeón del mundo Botvinnik.
Campeón del mundo. El jugador, al que se creía desposeído de ambiciones, demostraría una gran fuerza de carácter. Petrossian conquistó el título por 5 victorias a 2 y 15 tablas. La quinta partida en la partiendo de una ventaja minúscula consiguió obtener una brillante victoria, representaba el símbolo del estilo del nuevo campeón y sirvió también para alimentar la leyenda. El gran maestro Kotov declaraba, como muchos otros, que Petrossian afirmaba que había analizado la posición en su casa, sacando la conclusión de que la estructura de peones debilitada de las negras daba una ventaja decisiva a las blancas. "Nada más falso -explicaría Petrossian en una entrevista-, yo no podía conformarme con la posición allanada que parecía conducir directamente a las tablas".
Suprimido el principio de los encuentros precedentes que le otorgaba el derecho a un encuentro de revancha, el derrotado campeón Botvinnik decidió no volver a competir por el título. Ahora era Petrossian el que tenía el deber de defender el título. En 1966 y en 1969, tuvo como adversario a Boris Spassky. El primer encuentro concluyó en victoria de Petrossian, pero Spassky se haría con la corona mundial en 1969.
Aunque, a continuación, Petrossian se clasificó de nuevo como candidato, en los sucesivo encontraría en su camino adversarios bastante temibles. Fue el caso del norteamericano Fischer en 1971 y, sobre todo, de Kortchnoi, su íntimo enemigo, con el que mantendría unas espantosas relaciones, en 1974, 1977 y 1980.
Su estrategia: desmontar los ataques del adversario. ¿Cambe imaginar un jugador más prudente que Tigran Petrossian? Su táctica, que se apoya en los principios llamados "profilácticos" desarrollados por Nimzowitsch en Mi sistema, se reduce ante todo a impedir jugar a su adversario. Las malas lenguas llegarían a decir que, obnubiando por las posiciones de su adversario, se olvidaba de jugar su propio juego y de ganar. De hecho, sabiendo anticipar y calcular como el campeón del mundo, Tal, especialista en el ataque (Petrossian era notable en ajedrez relámpago) preveía las posibilidades de su adversario. Trataría, pues, de evitar de antemano las amenazas que a menudo en el cara a cara no era capaz de ver. ¡Safety first podría ser su lema! Tal comentaba de él, en broma, que ¡sentía llegar el peligro varios días antes! En cambio en el torneo de Amsterdam de 1964, Petrossian, considerado un maestro en el arte de evitar los ataques de su adversario, se olvidó de que su dama estaba al descubierto: era la única baza posible para un adversario posicionalmente aplastado.
Sin embargo, para él los sacrificios eran moneda corriente, en particular el sacrificio de calidad (torre contra alfil o caballo), muchas veces posicional. Paradojicamente, Spassky, tras su derrota en el Campeonato del mundo, llegaría a decir que, en su opinión, el juego de Petrossian era ante todo táctico. Pero conviene recordar que, en una entrevista realizada en 1966, un periodista hizo la siguiente pregunta a Petrossian: "¿Por qué pieza siente usted debilidad?. Y el respondió: "Por cualquier pieza que yo tenga y con la que mi adversario no cuente, desde el peón a la Dama"
El mejor ejemplo de su fuerza es el notable resultado que obtuvo en las Olimpiadas de 1958 a 1978: jugando contra gran número de adversarios de categoría, quedó invicto con 79 victorias y 50 partidas en tablas. Las defensas francesa y Caro-Kann se cuentan entre sus aperturas favoritas. Son como él: sólidas, pero poco atrevidas. Ha dado su nombre a una variante de la india occidental:
1.d4 Cf6 2. c4 e6 3.Cf3 b6 4.a3
Aquí algunas de sus partidas:
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