MIJAÍL BOTVÍNNIK: DISCIPLINA, RIGUROSIDAD Y MÉTODO

BOTVINNIK, Mikhai,l Moisseievitch 1911-1995. Ruso. Campeón del mundo de 1948 a 1957, de 1958 a 1969 y de 1961 a 1963. Seis veces campeón de la URSS, fue también miembro del equipo soviético que ganó todas las Olimpiadas entre 1954 y 1964, así como en los Campeonatos de Europa de 1961 y 1965.



Botvinnik, símbolo del ajedrez soviético y elevado a la categoría de leyenda viva, encarnó el juego científico, racional, que por su vocación de planificarlo todo, parecía reflejar el régimen en el que vivió. Aunque domino el mundo del ajedrez entre 1948 y 1963, nunca consiguió ganar un encuentro del Campeonato del mundo como poseedor del título (¡2 encuentros empatados y 3 derrotas!). Impuso una modificación de las reglas para acceder al título mundial, especialmente la propuesta de un encuentro de revancha automático para el campeón derrotado. Este sistema le permitió reconquistar dos veces su título de campeón del mundo.

SU CARRERA. Mikhail Botvinnik aprendió el ajedrez con un amigo en Leningrado cuando tenía doce años y rápidamente ganó un torneo escolar. Dos años más tarde, en 1925, se enfrentó en Leningrado al campeón del mundo Capablanca, en una sesión de partidas simultaneas. Ese día obligó al campeón a abandonar. Tras ganar el campeonato de Leningrado en 1930-1931, consiguió su primer título de campeón de la URSS por delante de Rioumine en 1931, después de tres intentos. En su calidad de campeón nacional se enfrenta al campeón checoslovaco, Flohr, en un encuentro en Moscú y Leningrado, controlado por las autoridades soviéticas que, en esta ocasión, aceptaron finalmente enfrentar a un campeón soviético con un competidor extranjero. Al principio, Flohr aventajaba a Botvinnik, incluso por 4-2. El ruso lo igualó en la novena y décima partidas y acabó empatando el encuentro: 6 puntos para cada uno. Botvinnik y los jugadores de ajedrez de la URSS respiraron: Krylenko, comisario del pueblo para la Justicia, quedó satisfecho, y en adelante podrían desplazarse fuera de su país.
En su primera salida, quedó detrás del holandés Euwe, al que sin embargo ya había ganado en el torneo de Leningrado. Pero el primer gran éxito de Botvinnik en el extranjero tuvo lugar en 1936 en el torneo de Nottingham, que ganó ex aequo con el ex campeón del mundo, Capablanca, y por delante de los campeones o ex campeones del mundo, Euwe, Alekhine y Lasker. Dos años más tarde, en el torneo AVRO destinado a seleccionar el aspirante a disputar el título mundial a Alekhine, quedó tercero, a medio punto de Keres y Fine, pero causó una gran impresión. A partir de entonces, empezaría a pensar en la conquista del título.
Aunque obtuvo un mal quinto puesto ex aequo en 1940, en el 12 Campeonato de la URSS, ganado por Bondaresski y Lilienthal, Botvinnik utilizó sus influencias en el mundo del ajedrez de la URSS para borrar ese mal resultado. En efecto, en 1941 se organizó un curioso campeonato para el título de campeón absoluto de la URSS, con la finalidad de designar al jugador soviético que debería desafiar al campeón del mundo, Alekhine. Botvinnik ganó ampliamente esa sesión de recuperación. Pero el encuentro para el máximo título contra el campeón francés se suspendió por la segunda guerra mundial. Este encuentro, convocado para 1946, en Nottinghan, no fue posible por la muerte de Alekhine, que dejó el título vacante.
En 1948, el mundo del ajedrez decidió organizar un torneo para designar el sucesor de Alekhine entre cinco jugadores: Botvinnik, Smyslov, Keres, Euwe y Reshevsky. Había un sexto jugador previsto, el norteamericano Fine, que declinó la invitación. Cada jugador debía enfrentarse cinco veces a cada uno de los cuatro. Botvinnik se preparó cuidadosamente y ganó ampliamente ese torneo por el título mundial, tres puntos por delante de su seguidor, Smyslov. Se inauguraba así el reino de Botvinnik.
Siendo ya campeón del mundo, Botvinnik dejó de jugar torneos. Lo mismo que haría Fischer veinte años más tarde. Daba prioridad a su trabajo como ingeniero electrónico. Pero, a diferencia del norteamericano, Botvinnik no abandonó del todo la competición. En 1951, conservó su título frente al aspirante ruso, Bronstein, con quien empató. Pero ya no dominaba el ajedrez como antes, y solo consiguió ser quinto en el Campeonato de la URSS del mismo año.
Esta derrota lo estimularía, y demostró su resurgimiento ganando el título nacional en 1952. Sin embargo, este ardor no resultaría suficiente. En el Campeonato del mundo de 1954, de nuevo se tuvo que contentar con un empate, 12-12, frente a Smyslov, a quien acabaría por ceder el título mundial en 1957, con un resultado de 9,5-12,5. Botvinnik abordó el encuentro de revancha de 1958 con espíritu de conquista. Sus dos puntos fuertes, la voluntad y el trabajo analítico, le permitieron encontrar los puntos débiles de su rival y reconquistar su título.
Este escenario se repitió en 1960 contra la fulgurante estrella del ajedrez, Mikhail Tal. Botvinnik, que en tres años no había disputado más que un torneo, perdería su título contra él y lo recuperaría poco después, aprovechando las debilidades de su rival y su precario estado de salud. Mantuvo durante un lustro su título ganando con brillantez los torneos de Hastings 1961-1962, con el resultado de 8/9 y de Estocolmo 1962 con 8,5/9. Pero fue destronado de nuevo por Petrosian en 1963.
Cuando la FIDE  suspendió el encuentro de revancha para el título mundial, Botvinnik, que no deseaba salir en cuartos de final en un nuevo ciclo, abandonó sus pretensiones a nivel mundial. Sus amigos intentaron sin éxito organizar en 1969 un encuentro entre Botvinnik y Fischer, pero éste rechazó las condiciones que se proponían. Botvinnik clausuró su carrera en el torneo de Leiden.
Defendió por última vez los colores de la URSS en 1970, en el "encuentro del siglo" contra el resto del mundo. Ganó a Matulovic por 2,5 - 1,5 y contribuyó a la estrecha victoria de su campo.

SU CARÁCTER. De la definición que él da de sí mismo: "Judío  por sangre, ruso por cultura y soviético por educación" parece que este último rasgo es el dominante. Pretendía controlarlo todo, desde la dirección de la partida a las reglas de los campeonatos, ¡e incluso los pensamientos del adversario! Así, por ejemplo, hablando de su encuentro con Tal, cuenta cómo jugó en clave psicológica. Después de aplazar una partida en una situación desfavorable, se había planteado una salida milagrosa pillando a su oponente con la guardia baja. De hecho, Botvinnik, en la reanudación de la partida, no llevó consigo su inseparable termo, con la idea de hacer creer que iba a abandonar rápidamente. Tal cayó en la trampa y la partida acabó en tablas. Esta anécdota ilustra la voluntad del campeón soviético de no dejar nada a la improvisación. Sin embargo, Tal contaría después que ni siquiera reparó en la ausencia del termo.
Botvinnik, un personaje dogmático y a menudo sectario, mantenía unas relaciones conflictivas con sus congéneres. Tenía manía a Bronstein, al que calificaba de arrogante, y a su amigo, Vainstein (presidente de la federación soviética y del Departamento de Planificación Financiera del KGB), del que sospechaba que había hecho todo lo posible para impedir un encuentro con Alekhine a pesar de las decisiones de Stalin. Botvinnik mantenía igualmente malas relaciones con Smyslov y con el holandés Euwe. Se malquistó durante veinte años con Iouri Averbach, su antiguo segundo, que había tenido la audacia de ayudar a Tal en el Campeonato del mundo de 1960. No soportaba la actitud de los seguidores de Petrosian, ni el comportamiento de sus propios alumnos, Karpov y Kasparov. Los contactos amistosos no eran posibles hasta que se acababa la rivalidad en el tablero.

SUS IDEAS. Botvinnik se tomó muy en serio el juego del ajedrez. Rechazaba, por ejemplo, las partidas amistosas relámpago, y no quería saber nada de problemas de ajedrez sin relación con una partida concreta. Para acostumbrarse a reflexionar en condiciones desventajosas, pedía a sus acompañantes que fumaran frente a él. Su juego estaba marcada por la voluntad de penetrar en "la esencia de las posiciones". En varios sistemas de aperturas, mostró métodos de juego e ideas nuevas sobre las posiciones. Así, por ejemplo, en la defensa Nimzowitsch con las blancas, en la holandesa, en la francesa o en la Caro-Kann con las negras, por no hablar del muy agudo gambito Botvinnik, permanentemente sometido a profundos análisis y adoptado por los jugadores amantes de las grandes preparaciones.
Sostuvo e impuso el ritmo de 40 jugadas en 2.30 horas que según él, aportaba el mejor nivel de juego y permitía un descanso a partir de la jugada 40. Este ritmo se mantuvo hasta los años noventa, en que fue remplazado por el de 40 jugadas en 2 horas, para evitar aplazamientos. Para Botvinnik las partidas rápidas son una parodia del juego.

BOTVINNIK PROFESOR. Dirigió los inicios de algunos de sus alumnos, como los campeones del mundo Karpov y Kasparov. Más tarde salieron de su escuela las jóvenes estrellas Ivantchouk, Shirov, Kramnik y muchos otros. Entre sus consejos célebres, insistía en la importancia de que un jugador publicara sus análisis para dar a conocer sus descubrimientos, cosa que él no dudaba en hacer. Su estilo de comentarista está por supuesto al mismo nivel que su juego: aunque consentía poner en cuestión sus análisis, siempre trataba de probar que tenía razón. Confesaba, asimismo, la influencia del campeón y pedagogo Tarrasch. Ambos tenían varios puntos en común: maestros del pensamiento, seguros de su superioridad, han formado a generaciones enteras. Botvinnik también intentó, aunque sin éxito, confeccionar un programa informático que fuera capaz de calcular inteligentemente.



Veamos algunas de sus partidas:











Fuente: LAROUSSE DEL AJEDREZ

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