ALEXANDER ALEKHINE: CÁLCULO DE COMPUTADORA


ALEKHINE 1892 - 1946. Francés de origen ruso. Alekhine cuarto campeón del mundo, es el único jugador que conservó el título hasta su muerte -lo poseyó de 1927 a 1935 y de 1937 a 1946-. Para todos los aficionados al ajedrez, su nombre evoca un juego brillante que le proporcionó apabullantes victorias a comienzos de los años treinta, cuando estaba en el apogeo de su trayectoria.





UN POCO DE SU CARRERA 

Alekhine aprendió el juego a los siete años. Obtuvo su primer éxito y el título de maestro a los dieciséis años, al ganar el torneo ruso de 1909. En 1914 se clasificó tercero en el torneo internacional de San Petersburgo, tras los campeones del mundo Lasker y Capablanca. El mismo año, cuando estalló la guerra, fue encarcelado en Ratstatt con otros varios maestros, entre ellos su compatriota Bogoljubow. Además su condición de aristócrata no encajaba bien con la Revolución de Octubre de 1917 y abandonó Rusia para instalarse en Francia, donde, según él, consiguió un doctorado de Derecho en la Sorbona. En 1927, contra todo pronóstico, ganó el titulo de Campeón del mundo frente al cubano Capablanca. En 1930 se reveló especialmente digno de su título al ganar los torneos de San Remo y Bled, superando en 3,5 y 5,5 puntos, respectivamente, a los segundos. Estos resultados son legendarios.

Alekhine defendió victoriosamente su título mundial en dos encuentros contra el ruso Bogoljubow. Pero, para sorpresa general y a causa de su mala salud, lo perdió en 1935 frente al holandés Euwe. En 1936, en Nottingham, quedó únicamente sexto. Y ya no era favorito cuando Euwe le ofreció la posibilidad de revancha. Pero como señala su biógrafo ruso, el gran maestro Kotov: <<Alekhine sorprendió tres veces al mundo del ajedrez: al ganar contra Capablanca, al perder contra Euwe y al recuperar su título contra Euwe>>. Así pues, volvería a ser campeón del mundo en 1937 y se mantendría como tal hasta su muerte. Sin embargo, Alekhine ya no dominaba en la élite ajedrecistica como antes. En su último torneo importante, organizado por la radio holandesa AVRO, en 1938 , quedó "únicamente" en el cuarto puesto ex aequo. Estuvo a punto de poner en juego su título mundial dos veces más. El primer encuentro, contra el estonio Keres, vencedor del torneo AVRO, sería anulado al no poderse satisfacer algunas condiciones puestas por Alekhine. Y la muerte le impidió disputar el segundo encuentro, que hubiera debido celebrarse después de la guerra, contra el futuro campeón del mundo Mikhail Botvinnik.

SUS ALTERCADOS CON CAPABLANCA

El acceso al título mundial no fue fácil para Alekhine. Para empezar, en 1921 y 1923 desafió dos veces sin éxito al campeón del mundo, el cubano Capablanca, quien rehusó el encuentro. En 1927, Alekhine lo volvería a proponer, ofreciendo unas condiciones que consideraba irreprochables. Pero (aunque esta versión ha sido desmentida por algunos autores) Capablanca no aceptó. En contrapartida, lo invitó a participar en el torneo de Nueva York y anunció que consideraría al vencedor (o al segundo, en caso de quedar él vencedor) como aspirante oficial. Alekhine quedó segundo, detrás de Capablanca, y consiguió así la posibilidad de enfrentarse con él por el título.
La victoria de Capablanca en el torneo de Nueva York de 1927, con 2,5 puntos por delante de Alekhine, demostraba aparentemente una gran superioridad. Sin embargo, en este torneo se pudo observar que la infalibilidad del cubano no era absoluta. Esto lo revela Alekhine en el prólogo de un libro dedicado al torneo: señala que el vencedor cometió algunos errores de bulto y que su legendaria técnica en los finales estaba sobre valorada.
El encuentro por el título supremo tuvo lugar en 1927, en Buenos Aires. En ese momento, pocos creían al aspirante capaz de ganar al cubano, considerado por muchos como invencible. El gran maestro Rudolf Spielmann pensaba incluso que Alekhine no podría ganar ni una sola partida. Por otra parte, los campeones del mundo precedentes habían sido destronados por adversarios mucho más jóvenes, y Alekhine era de la misma generación que Capablanca. Contra todo pronóstico, desde la primera partida del encuentro, Alekhine ganó con las negras. A continuación aplicó una técnica en principio extraña, pero que se reveló eficaz: en el transcurso de largas partidas posicionales con las blancas, consiguió una pequeña ventaja en el final, el campo predilecto de su adversario. Después de la partida 27, Alekhine se proclamó campeón del mundo. Capablanca ya no tendría posibilidades de revancha: Alekhine se negó, haciéndole pagar así las dificultades puestas para la organización del encuentro. Después de la guerra, la FIDE adoptó el principio de un Campeonato del mundo con fases clasificatorias, en parte para evitar que el campeón del mundo pudiera recusar a un aspirante.

SU ESTILO Y SUS APORTACIONES

El genio ajedrecístico y las grandiosas combinaciones de Alekhine le permitieron obtener incluso el reconocimiento de la URSS, pese a que ésta no tenía piedad con sus oponentes. Hoy nadie discute el talento y la pasión de Alekhine por el ajedrez. De ahí que resulte sorprendente leer en el American Chess Bulletin las críticas que un periodista llamado Howell dirige a su juego, al que califica de poco convincente. Este autor lo consideraba entonces inferior a los campeones dle mundo: Morphy, Steinitz, Lasker y Capablanca, ¡pero también a Pillsburry, Marshall y Schlechter!
Al contrario que su predecesor, Capablanca, y algunos de sus contemporáneos, Alekhine no pensaba que el juego estuviera inevitablemente condenado a decaer por el hecho de que abundaran las partidas en tablas. Él demostró a lo largo de su carrera la importancia del dinamismo de la posición. Influido por el ruso Tchigorine, en las aperturas de sus encuentros utilizó diversos gambitos que practicó muchísimo entre 1903 y 1912. Estos gambitos le proporcionaron la extraordinaria maestría táctica que se asentaría como una de sus características.
Con las negras, Alekhine jugaba principalmente el gambito de dama con 1.d4, como todos en su época, resucitando de paso la defensa eslava; y frente a 1.e4, respondía con la francesa o 1...  e5. Afianzado en un estilo clásico, condenaba la defensa moderna 1.e4 g6, que consideraba incorrecta. Sin embargo, más adelante se mostraría partidario del desarrollo de los alfiles en fianchetto. Hoy, además, su nombre permanece ligado principalmente a una defensa hipermoderna, la defensa Alekhine 1.e4 - Cf6, y también a un gambito, el ataque Alekhine-Chatard en la francesa.
Su fuerza en el medio juego se desarrolló entre 1909 y 1912. En el prólogo a Doscientas partidas de ajedrez, en 1936, explica que su progresión hacia el título comenzó con una constatación personal. Para él, el juego no se divide en comienzo, medio y final, sino más bien en dos fases: el <<mantenimiento  del equilibrio en el centro>>, en un primer tiempo, con la finalidad de desplegar lo mejor posible las fuerzas, y la <<aparición del primer plan  y continuación de la partida>>, en un segundo tiempo. En ese mismo prólogo, el nuevo campeón del mundo insiste en la importancia de las <<técnicas de simplificaciones y el arte de intercambiar las piezas>>, que es un concepto moderno. A Alekhine le gustaba atacar dos bandos a un tiempo (la teoría de las dos debilidades, tan apreciada por el entrenador ruso Dvoretsky), y no retrocedía ante las complicaciones. Su lucha por conservar la iniciativa era constante.
Otra particularidad de Alekhine era la de su afición por las partidas a ciegas, descubiertas a los nueve años con ocasión de una simultanea a ciegas de 22 partidas del norteamericano Pillsburry. Alekhine detenta el récord de 32 partidas simultáneas a ciegas, en Chicago, con 19 victorias, 9 tablas y 4 derrotas. En 1923, ya había jugado 21 partidas en Montreal, batiendo el récord del mundo de Breyer, y lo volvió a mejorar el mismo año, en París, con 28 partidas. Su <<adversario>> en la carrera por este récord fue Richard Reti, con el que estableció un reglamento para la validez del récord que tenía en cuenta el porcentaje de puntos marcados.

SU PERSONALIDAD

Alekhine, un personaje de múltiples facetas, puso fin con su juego brillante al imperio de Capablanca y perdió su título contra Euwe, víctima, entre otras causas, de su afición a la bebida. Era capaz de dar pruebas de generosidad y de aceptar, por ejemplo, jugar contra un modesto aficionado. Esta imagen suya sedujo a Brasillach, quién en su novela El niño de la noche, imagina una visita de Alekhine a un joven enfermo. Pero también se comprometió durante la segunda guerra mundial con sus escritos antisemitas sobre <<las diferencias entre ajderecistas judios y arios>>. Aunque, como señaló Spielmann, "todo el mundo conocía sus ideas antisemitas", su amigo Lilienthal, judío, declaró que antes de la guerra Alekhine recibía la visita de numerosos judíos... Preocupado por la protección de los suyos, según algunos, atraído por el dinero o queriendo estar siempre del lado más fuerte, según otros, la mayoría de los comentaristas coinciden en considerar a Alekhine, ante todo, como un oportunista capaz de cambiar de opinión en función de sus intereses. Por otra parte, también había colaborado con los bolcheviques justo después de la revolución de 1917.

¡¿Eso es whisky o leche?!

Veamos a continuación algunas de sus mejores partidas:














Fuente: LAROUSSE DEL AJEDREZ

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