EMANUEL LASKER: AJEDRECISTA, MATEMÁTICO Y FILÓSOFO

Lasker,1868-1941. Alemán. Segundo campeón del mundo de ajedrez que realizó la hazaña de conservar su título durante veinte siete años, de 1894 -fecha de su victoria sobre Steinitz- a 1921 cuando fue derrotado por Capablanca. Jugador de éxito precoz, doctor en matemáticas y en filosofía, estuvo en primer plano de la escena hasta una edad avanzada: a los sesenta y siete años disputó con éxito el torneo de Moscú. Fue también jugador de bridge de alto nivel y participó representando a Alemania en numerosos torneos internacionales.




EL JOVEN VENCEDOR DEL GRAN STEINITZ

Al joven Emanuel, excelente alumno en matemáticas, le atrajo rápidamente el ajedrez. Pese a las resistencias de su familia, se lanzó a la competición y consiguió sus primeros éxitos. Cuando era aún poco conocido, desafió a su compatriota Tarrasch a un encuentro en 1894. Este último, de experiencia y talento ya consagrados, le pidió que primero demostrara sus aptitudes. 

Después de vencer en varios torneos, Lasker decidió probar suerte, no ya contra Tarrasch, sino contra el campeón del mundo titulado, Wilhelm Steinitz. Éste aceptó y el encuentro se desarrolló en 1894, en Nueva York, y luego en Filadelfía y Montreal. La juventud de Lasker constrastaba con la experiencia de Steinitz, que decaería hacia el final del encuentro. El 26 de mayo, cuando había conseguido imponerse con un margen de 5 puntos, Lasker se convirtió a los veintiséis años en el segundo campeón del mundo.

Sus detractores consideraron que debía su título a sus mejores condiciones físicas. Sin embargo, los años siguientes confirmaron un talento que no sería desmentido nunca: ganó el torneo de San Petersburgo en 1896, por delante de Stenitz y del norteamericano Pillsbury y fue vencedor del prestigioso torneo de Hastings en 1895. El encuentro de revancha por el título de campeón del mundo tuvo lugar en 1896-1897. Lasker venció a su adversario con 8 puntos de ventaja. Este encuentro marcó el cierre definitivo de la carrera de Steinitz.

EL LARGO REINADO DE UN GRAN CAMPEÓN

Después de haber probado su valía, Lasker retomó sus estudios y se doctoró en matemáticas en 1902. Se sentía atraído por las ciencias y la filosofía, y mantuvo relaciones amistosas con Albert Einstein. Pese a que a este último no le interesaba nada el ajedrez, Lasker, por su parte, seguía con mucha atención las teorías de su sabio amigo. En 1904 volvió al tablero. Superado por un recién llegado, el norteamericano Marshall, no ganó su primer torneo. El norteamericano, envalentonado por su triunfo, lo desafió para el título mundial, pero Lasker no tuvo dificultad en derrotarlo en 1907, por 8 victorias y 7 tablas. 

En 1908, en Dusseldorf, Alemania, Emanuel Lasker enfrentó por fin a Siegbert Tarrasch, que desde hacía tiempo tenía talla de campeón del mundo. Los dos jugadores se llevaban mal, y si Lasker había progresado desde 1894, Tarrasch probablemente tenía la misma fuerza que antes. Lasker venció muy claramente y ganó por 8 victorias frente a 3, terminando cinco partidas en tablas. 

El más curioso encuentro del Campeonato del Mundo fue el de 1910, que opuso a Lasker y Schlechter y terminó en empate, igualados a 1 victoria. Cuando estaba a una partida del final, el austriaco iba dominando; Schlechter, de natural pacífico y prudente, pero probablemente ofuscado por la ventaja que llevaba, empezó de pronto a adoptar posiciones de riesgo. Lasker consiguió entonces igualar y conservar el título. El mismo año, Lasker disputó de nuevo el título contra David Janowski, al que ya había vencido en un encuentro en 1909. Como ya le había ocurrido con Marshall, Lasker no se permitía la menor derrota. Marshall y Janowski eran, desde luego, brillantes atacantes y buenos tácticos, pero no poseían, como su adversario, una comprensión profunda del juego y de sus bases posicionales. 

Únicamente el cubano Capablanca consiguió arrebatar el título a Lasker, en 1921, en un encuentro en el que el clima de la Habana haría aún mayores las dificultades de Lasker: perdió cuatro partidas y abandonó la lucha, sin haber conseguido doblegar ni una sola vez a su adversario. Sin embargo, contrariamente a su predecesor, Steinitz, Lasker, continuaría brillando en los torneos, incluso después de haber perdido su título. En el torneo de Nueva York de 1924, quedó vencedor por delante de Capablanca y Alekhine. Diez años más tarde, por causa de sus orígenes judíos, Lasker se vio envuelto en otra batalla: los nazis le confiscaron sus bienes y tuvo que abandonar Alemania. A los sesenta y siete años consiguió entonces quedar el tercero del torneo de Moscú, justo detrás del futuro campeón del mundo, Botvinnik, y el gran maestro Flohr, ¡pero por delante de Capablanca! Al año siguiente participó en el torneo de Nottinghamm, su último gran torneo, y quedó en la primera mitad del palmarés. Lasker murió cinco años después, en 1941, en Estados Unidos.

UNA NUEVA APROXIMACIÓN: LA PSICOLOGÍA

El arte del combate en el ajedrez: el título de esta obra del ruso David Bronstein, dedicada al torneo de los Candidatos de Zurich, en 1953, describe bien la filosofía del segundo campeón del mundo. A Lasker, que retomó en gran medida las teorías de Steinitz, se le considera muy a menudo como el padre de la aproximación psicológica al ajedrez. Sabía cómo sacar partido de las debilidades de cada uno de sus adversarios.

¿Se debe, pues, considerar, como lo hacía el gran maestro húngaro Réti, que Lasker iba contra los principios que él mismo había enunciado con la única finalidad de tener más posibilidades de ganar? En efecto, parece que en el tablero Lasker hacía jugadas de menor nivel que las que describía y recomendaba en sus propias obras. Esta táctica particular desconcertaba a sus adversarios, que no podían comprender su juego. Esto es lo que opinaba Réti. Pero Lasker desmentiría estas hipótesis y afirmaría que siempre había aplicado los principios de su Manual de ajedrez.

Lo que está claro es que las partidas de Lasker son a menudo peligrosas. Parece que el equilibrista se va a caer, pero se recompone de maravilla. "El buen jugador es siempre afortunado", resaltaba su sucesor, Capablanca; al menos, ésa es la impresión que produce. En el terreno de las aperturas, Lasker, que no estableció un verdadero sistema, dejó algunas contribuciones interesantes: plantea, por ejemplo, un plan contra el gambito dama

(1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 Ae7 5.e3 Ce4) y otra defensa, llamada Lasker, contra el gambito Evans.



Veamos algunas de sus partidas:




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